En septiembre de 2005 cuatro amigos decidimos recorrer los Pirineos en bicicleta. Por delante teníamos 1.000 kilómetros y 22.000 metros de desnivel, pero contábamos con buena dosis de paciencia, grandes desarrollos y ninguna prisa. Prescindimos de vehículo de apoyo, lo que suponía cargar con todo lo necesario, pero lo que nos reportaba a su vez gran libertad para diseñar las etapas y los descansos a nuestro antojo.
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